Cuando hablamos de la gestión de residuos municipales, a menudo hablamos mucho de los modelos de recogida selectiva, de cuáles son más eficientes, los que se adaptan más a las condiciones de cada municipio,… También de la prevención, de como evitar que se generen tantos residuos, reducir su impacto y fomentar la reutilización. Pero hay un aspecto fundamental en toda esta gestión: su coste y su financiación, que no es menor. Se calcula que un 8,4% de los presupuestos municipales se destina a la gestión de residuos (recogida y tratamiento), y es el segundo servicio municipal donde se destinan más recursos(1). Y esto representa mucho dinero.
Por lo tanto, los ayuntamientos necesitan disponer de fuentes de financiación para poder hacer una correcta gestión de los residuos que estamos generando todos.
Hablar de dinero siempre es delicado, pero es un debate básico donde hay que poner conocimiento y evitar al desinformación, dando mensajes claros y transparentes. Así pues, como se paga toda esta gestión?
El RDL 2/2004 del 5 de marzo que aprueba el texto refundido de la Ley Reguladora de Haciendas Locales ya nos dice que ‘Las entidades locales (…), pueden establecer tasas (…) por la prestación de servicios públicos’ (arte 20) y en concreto en el punto 4s) dice que lo pueden hacer por la ‘Recogida de residuos sólidos urbanos, tratamiento y eliminación de estos’. Por lo tanto, ya hace muchos años que los ayuntamientos tienen la posibilidad de establecer tasas para el servicio de recogida y tratamiento de residuos.
Pero recientemente la aprobación de la ley 7/2022 de Residuos y suelos contaminados para una economía circular va más allá y establece que aquella tasa que ‘podían’ establecer los ayuntamientos, a partir del 2025 es obligatoria. Y además nos dice que tiene que incluir todos los costes reales de las operaciones de recogida, transporte y tratamiento de residuos, y sobre todo que no puede ser deficitaria. Y todavía más: hace falta que la tasa permita establecer sistemas de pago por generación, es decir, que quien más genera más paga, talmente como con la luz, el gas o el agua.
Por lo tanto, TODOS los ayuntamientos están obligados a establecer una tasa de residuos. Aquellos que no la tenían y que asumían los costes de gestión de los desechos a partir de otros impuestos generalistas, ya no lo pueden hacer y tienen que crear una tasa específica. Y aquellos que ya la tenían, pero era deficitaria (desgraciadamente la mayoría), ahora la tienen que incrementar hasta cubrir la totalidad del coste.
Esto supone un gran reto por muchos motivos. Exige de un buen trabajo técnico para determinar y ajustar los importes de la nueva tasa, y a la vez, de un gran trabajo de comunicación para explicarlo a la ciudadanía.
Hace muchos años que desde Spora trabajamos en ambos sentidos y estamos ayudando a los ayuntamientos en este reto: realizando estudios para determinar la tasa y establecer el pago por generación o participación, o haciendo campañas de comunicación para informar en la ciudadanía. Recientemente, hemos realizado estudios de la tasa para los ayuntamientos de Manlleu, Cambrils, l’Hospitalet de l’Infant, Mont-roig del Camp y Ripollet, entre otros y realizado campañas de comunicación específicas de la tasa en Manlleu y Sitges.
Es muy necesario explicar las cosas y explicarlas bien. La ciudadanía es capaz de entenderlas, pero hay que hacer este esfuerzo comunicativo para evitar un rechazo a algo que es inevitable.
Desde Spora, creamos estrategias comunicativas alienadas con los objetivos marcados para cumplir con normativas y regulaciones, sin perder de vista el contexto de cada ayuntamiento, estableciendo un paraguas comunicativo coherente y tangible. Poniendo en el centro la ciudadanía y diseñando un relato, tono y mensajes que los impacten positivamente y conecten de manera efectiva.
Pensar que gestionar los residuos es gratuito es muy iluso, y creemos que la nueva ley ha establecido las bases para poner de relieve el coste y el impacto que nuestros residuos generan en nuestro entorno. Intentar obviar esta realidad no nos hará avanzar como sociedad ni nos permitirá trabajar para dejar un planeta mejor por las futuras generaciones.
Nosotros estamos aquí, para avanzar deprisa y ser más ambiciosos, si hace falta.